«Papá, ¿juguemos otra batalla de Clash Royale?»
«Papá, ¿juguemos otra batalla de Clash Royale?»
Hace un par de semanas, publiqué un artículo en el que contaba que me he vuelto un asiduo jugador de Clash Royale. Inducido por Diego, mi hijo mayor, en tres meses ya he jugado unas mil quinientas partidas y seguramente seguiré jugando por varias semanas más.
No es usual que me enganche así con un juego de dispositivos móviles.
Había probado otros juegos del mismo tipo, en algunos casos por la curiosidad que me despertaba su popularidad, o en otros porque Diego quería jugarlos conmigo. Instalé Candy Crush, las muchas versiones de Angry Birds, el rápido Geometry Dash, o incluso el Fallout Shelter que desarrollamos con el equipo de Behaviour.
Todos tienen sus méritos, pero ninguno me entretuvo como Clash Royale. ¿Qué tiene de especial Clash Royale que me lleva a jugarlo varias veces al día?
Sentí que era interesante reflexionar al respecto porque los elementos que han hecho de Clash Royale el gran éxito que actualmente es, se pueden aplicar a muchos otros juegos. Por esto, como desarrollador de videojuegos, sentí la necesidad de entender por qué funciona y por qué a la gente le gusta tanto jugarlo.
Después de meditarlo bastante, he llegado a la conclusión que hay tres razones que explican mi gran afinidad con el juego, y que seguramente aplican a muchos otros jugadores.
Batallas contra otras personas
Lo primero es que las partidas son batallas en tiempo real contra otro oponente humano, con tantas ganas de vencer como uno. En Clash Royale, no hay modo «un jugador» propiamente tal. Hay partidas de entrenamiento, además de un tutorial que enseña lo básico, pero la mayor parte de las partidas se juegan contra otra persona.
Esta experiencia se ve «aliñada» por un sistema de «saludos» que permiten enviar al oponente unos pocos mensajes predefinidos con imágenes o simples palabras mientras se desarrolla la partida.
No puedo negar la satisfacción que siento cuando acierto con una maniobra compleja, destruyo las torres del enemigo, y mi oponente me envía un mensaje de «estoy furioso» simbolizado por un dibujo del rey rojo de ira.
Del mismo modo, me lleno de rabia cuando me derrotan en una partida disputada y mi rival literalmente se burla de mi enviándome un mensaje de «estoy riéndome a carcajadas», simbolizado por un dibujo y el sonido de un rey riéndose a carcajadas.
Clash Royale es un juego difícil
El segundo motivo por el que disfruto Clash Royale está relacionado con su dificultad.
A pesar de que las reglas son muy simples, la jugabilidad tiene una profundidad y complejidad que me sorprendió gratamente las primeras semanas que lo jugué. Hay detalles que influyen mucho en el resultado de cada partida, como qué cartas usar, en qué orden jugarlas e incluso la ubicación en la arena y el momento preciso en que se usa cada carta.
De esta manera, cuando uno vence al oponente, se tiene la genuina satisfacción de haber ganado merecidamente, mientras que cuando se sufre una derrota, la mayoría de las veces uno sabe que cometió algunos errores o que el rival tomó mejores decisiones que uno.
La curva de aprendizaje es alta y, por ende, el desafío de ser buen jugador y escalar en el ranking también lo es. Para los jugadores competitivos y que les gusta ganar, como yo, esto se traduce en un excelente incentivo para seguir jugando partidas.
Combates cortos e intensos
La tercera razón tiene que ver con la intensidad y duración de las partidas.
Clash Royale no es el primer juego que me hace aflorar emociones de rabia o satisfacción de manera tan elocuente. Hace años hubo una época en la que disfrutaba largas partidas de Call of Duty en las que jugábamos en equipos de cuatro o cinco personas entre compañeros de trabajo, o partidas de Starcraft con compañeros en la universidad.
Jugar bien esos juegos también era difícil y los triunfos a veces eran muy trabajados y sufridos. Por esto, la satisfacción de la victoria daba para grandes carcajadas y burlas, así como las derrotas provocaban tremendos enojos y frustraciones.
Pero lo interesante de Clash Royale es que consigue este tipo de experiencias en un ambiente mucho más casual, en partidas que duran entre tres y cuatro minutos, y que además se pueden jugar en el dispositivo móvil en cualquier lugar con conexión a internet.
Esto es ideal para mí, pues entre la familia y otras responsabilidades, ya no tengo el tiempo ni ganas de jugar partidas de 30 o 60 minutos de Starcraft o Call of Duty. Pero lo que sí puedo hacer, es jugar varias partidas de Clash Royale a lo largo del día: una en el almuerzo, otra en la mañana, algunas esperando en una fila en un banco, o también… en el baño.
¿Qué juegos casuales han jugado? ¿Se han visto «capturados» en un juego casual como a mí me ocurrió con Clash Royale? ¿Qué elementos del juego piensan que son los que los hacen volver a jugarlos cada vez?
Juan Pablo crea videojuegos desde los ocho años y fue padre por primera vez el año 2004. Hoy ya tiene tres hijos y ha trabajado en más de veinte videojuegos. Desde hace un tiempo se interesó en cómo se relacionan la paternidad y su profesión, y se decidió a escribir al respecto fundando "Papa Game Dev".
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Comentarios
No se si llamarlo casual, pero comparte las características de juegos de corta duración y contra otras personas. El juego con que nos hemos enviciado últimamente con mi hijo Pedro (7 años) es el Rocket League. Ya sea el contra mi en versus o los dos contra dos o más “extraños” online, este juego nos tiene totalmente agarrados.
Buena, a Diego (12) y Santi (4) también les gusta, pero no se han enganchado. En mi pega, por el contrario, hay un grupo de 3 ó 4 que lo juegan toooooooooodos los días al almuerzo y a veces al terminar la jornada. Esos sí están enganchados al Rocket League :)