«Papá, ¡juega Clash Royale conmigo!»
«Papá, ¡juega Clash Royale conmigo!»
No estoy seguro exactamente cuando fue que Diego, mi hijo mayor de 12 años, empezó a jugar Clash Royale. Diría que era casi inevitable, considerando que desde su lanzamiento en Enero, el juego se encumbró rápidamente a los primeros lugares de los rankings de popularidad, con millones de personas participando en sus batallas en todo el mundo.
Como ya había ocurrido con otros juegos previamente, Diego me contaba de sus avances periódicamente:
«¡Por fin subí a la Arena 5!»
«¡A mi amigo Mati le salió una carta legendaria!»
«¡Papá, por fin me salió la carta épica que quería!»
«¡Gané una partida con tres coronas y me dejaron con 15 mi torre del Rey!»
«¡Papá, pruébalo, te va a gustar!»
Escuchaba frases como esta y, la verdad, no entendía mucho. Estaba claro que Diego lo pasaba muy bien con el juego, ya fuera jugando solo o compartiendo batallas con sus amigos. También era evidente que hacía progresos y que se enorgullecía profundamente de ellos.
Y por supuesto, Diego quería que yo también jugara, pero yo me rehusaba y le daba contundentes razones:
«Diego, lo que pasa es que no me gusta ese tipo de juegos»
«Me gustan los juegos con historia, los que juegas, se acaban y punto. No me gusta eso de quedarse pegado en un juego.»
«Eso de las cartas es muy aburrido; y lo de los cofres, puro azar.»
«No es que piense que es un mal juego, sé que mucha gente lo juega. Sólo que no me llama la atención»
Mi hijo tenía razón
Hasta que un día, a principios de Mayo, sólo por darle en el gusto, instalé Clash Royale en mi teléfono.
Con curiosidad (y bastante desgano), jugué las siete partidas del tutorial, y me di cuenta que no era tan aburrido como yo me imaginaba. Luego, probé jugar un par de partidas en la primera Arena, y luego jugué otras dos partidas, y otras, y otras…
Hoy, dos meses después, debo declarar que he jugado más de mil partidas (he ganado unas 650, la última hace cinco minutos), y estoy ya en Arena 6 con 1754 trofeos (¡mi máximo ha sido llegar a 1943!).
Además, soy parte de un clan con compañeros de trabajo y he jugado ya muchas partidas con mi hijo, que también es parte del mismo clan. Diego me ha enseñado a jugar mejor mis cartas y se ha convertido en mi entrenador personal de Clash Royale. Espero que se sienta orgulloso de mis avances, pues creo que he aprendido bastante rápido.
Lo reconozco, estaba equivocado: Clash Royale es un tremendo juego y lo he disfrutado mucho.
Más importante aún, la experiencia de compartir muchas horas de un juego con Diego, y que él sea el que me guía y enseña, ha sido muy gratificante. Gracias Diego por haberme regalado esos momentos.
¿Han tenido una experiencia similar? ¿Les ha pasado que haya un juego que no les parece en absoluto entretenido y que luego, al probarlo, se enganchan?
Juan Pablo crea videojuegos desde los ocho años y fue padre por primera vez el año 2004. Hoy ya tiene tres hijos y ha trabajado en más de veinte videojuegos. Desde hace un tiempo se interesó en cómo se relacionan la paternidad y su profesión, y se decidió a escribir al respecto fundando "Papa Game Dev".
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Comentarios
Que bonita historia. Pronto seré padre, espero poder tener una relación similar con mi hijo. Gracias por el articulo. Saludos.
Gracias por el comentario, y ¡muchas felicidades por tu próxima paternidad!
Mi hijo me pide “jugar” Mario Kart en la Wii U pero casi siempre dentro del juego me pida que vaya donde se pueden escribir / dibujar mensajes porque quiere pintar con pen y la tablet.
Es muy chico… cuando cumpla 3 trataré de que juegue Smash conmigo, jaja.
Jaja, buena. Sí, es bien chico, pero ya no falta tanto. El mio de 4 años ya juega Rayman Legends, Lego Avengers, el juego que hicimos de Snoopy para la PS4, etc. De hecho, si fuera por él, jugaría Battlefront!! Pero no lo dejamos :)