«¡Feliz Día Papá!»

Uno de los momentos más emocionantes que he vivido como papá fue cuando Diego, mi hijo mayor, me dijo esa frase por primera vez, hace ya muchos años. Recién estaba aprendiendo hablar y seguro que aún no comprendía exactamente lo que me estaba diciendo, pero escuchar su voz de niño pequeño decir esas palabras me llenó de una profunda alegría.

Hoy se celebra el Día del Padre en Chile, y así como todos los años a mediados de junio, miles de niños, jóvenes y adultos se toman un minuto para darle un saludo o un abrazo a su papá y desearle un feliz día. Los más pequeños entregan obras que prepararon con sus madres o con las educadoras en el jardín infantil, mientras que los más grandes suelen entregar tarjetas y regalos.

Ser padre es una aventura de proporciones Legendarias.
Ser padre es una aventura de proporciones Legendarias.

Como no quería dejar pasar esta fecha sin escribir al respecto, estuve pensando toda la semana cuál sería el tema del artículo. Entonces, recordé que muchas veces he pensado que ser desarrollador de videojuegos tiene muchas cosas en común con ser papá. No en vano he llegado a decir que algún proyecto en el que trabajé durante varios años era «como un hijo» para mí, algo que seguro que mis compañeros de trabajo de Wanako / Behaviour recordarán y sabrán a cuál proyecto me refiero.

Todo comenzó hace mucho años…

Sé que la comparación de la paternidad con el desarrollo de videojuegos tal vez pueda parecer demasiado liviana, pero ésta nace de lo profundo que ambas experiencias me han marcado a lo largo de mi vida.

Creo que fue mi hermano menor, Javier, el que me hizo darme cuenta que cuando grande yo quería ser papá. Soy diez años mayor que él, y tal diferencia fue suficiente para permitirme sentir lo que significaba que un bebé me mirara con absoluta admiración, que sintiera que yo era su héroe, que tratara de imitarme en todo y que aprendiera mucho de lo que yo hiciera frente a él. Sentí que mis acciones eran un ejemplo para alguien más, que se volvían trascendentes más allá de mi propio ser, y la impresión fue tal que ser padre se volvió una meta, un sueño que me propuse cumplir cuando fuera adulto, llegando a concretarse por primera vez cuando nació Diego, hace once años.

Por otro lado, la historia de como nació el sueño de ser videojuegos ya la conté en un artículo anterior de este mismo blog. En resumen, mis padres nos regalaron un Atari con videojuegos cuando yo era niño, y luego mi papá me mostró lo que era la programación. Fue tan impresionante que desde entonces supe que quería dedicarme a crear videojuegos cuando fuera mayor.

Así, ser padre y creador de videojuegos son metas que tuve desde niño, y que desde entonces se volvieron parte fundamental de mi crecimiento y desarrollo personal y profesional.

Uno nunca termina de aprender

Ser papá es difícil y para hacerlo medianamente bien hay que estar dispuesto a aprender muchas cosas. Cuando el niño nace, por ejemplo, lo primero que hay que aprender son los cuidados mínimos, a cambiar pañales, a tomarlo en brazos, a lavarlo, a darle una mamadera, entre muchas otras cosas.

A medida que el niño crece, los desafíos van cambiando, y hay que seguir aprendiendo nuevas cosas. No es fácil educarlo y enseñarle límites, mientras se le respeta y se le da espacio para que desarrolle su propia individualidad. Cada uno de los pasos que el niño va dando requiere que los padres vayamos adaptándonos y preparándonos para las nuevas etapas que vienen, de modo que podamos acompañarlos y apoyarlos como corresponde.

Conversar con el niño acerca de temas complicados como la drogadicción, responder la gran pregunta «¿de dónde venimos?», o enfrentar los cambios en la personalidad que vienen en la etapa de la pubertad, son desafíos para los que yo creía estar preparado, pero no lo estaba. Tuve que observar, escuchar, pedir consejo y poner mucho de mi parte para poder estar a la altura de lo que mi hijo necesitaba de mi como papá.

Además, todos los niños son diferentes, y a veces las mismas técnicas que uno aplicó y funcionaron con el primer hijo, ya no funcionan con el siguiente, por lo que siempre debemos estar atentos y aprender a comunicarnos y a empatizar con ellos de la manera como cada uno lo requiera.

Todos los niños son diferentes, cada uno es un mundo por conocer.
Todos los niños son diferentes, cada uno es un mundo por conocer.

El aprendizaje constante también es pan de cada día en el desarrollo de videojuegos. Por una parte, el mercado va cambiando y a medida que el público gamer evoluciona, se necesita mucha creatividad para construir nuevas mecánicas e inventar nuevos géneros que sean capaces de seguir encantando y entreteniendo a los jugadores.

Por si esto fuera poco, la tecnología también va avanzando vertiginosamente, por lo que quienes trabajamos en esta industria no sólo necesitamos estar perfeccionando permanentemente las técnicas que utilizamos en nuestro día a día, si no que también debemos conocer nuevos dispositivos, dominar diferentes generaciones de consolas y aprender a sacar el mayor provecho posible de todas las herramientas que están a nuestro alcance.

Y al igual que con los niños, todos los proyectos son diferentes. Incluso aunque digamos que este proyecto será una copia del anterior pero «sólo con unos pequeños cambios», la realidad es que siempre aparecen imprevistos y particularidades que hacen que el nuevo proyecto tenga sus propios desafíos.

Hito tras hito

La vida de un niño tiene muchos hitos, y cada uno de ellos es muy importante tanto para el niño como para los padres. Algunos ejemplos de estos hitos son la primera vez que dice «papá» o «mamá», la primera vez que come sin ayuda o la primera vez que da sus primeros pasos sin apoyarse. Cada uno de estos grandes pasos marca la vida del niño y sus padres y son siempre un motivo de gran alegría para ellos y toda la familia.

Por supuesto, la razón por la que nos ponemos tan contentos es porque sabemos lo que el niño ha debido esforzarse para conseguir cada uno de esos logros. Cada palabra, cada cucharada, cada paso, han implicado largas sesiones de intentos, algunas frustraciones, mucho aprendizaje, y un gran crecimiento personal para el pequeño.

Aprender a caminar es uno de esos hitos que como padre uno siempre recuerda.
Aprender a caminar es uno de esos hitos que como padre uno siempre recuerda.

Los hitos también son parte de la esencia de la industria de los videojuegos. El primer prototipo, el primer jugable, las entregas de avance de contenido, el hito alfa, beta y la temida certificación, son los hitos más comunes en el desarrollo de un videojuego.

En cada etapa, el equipo de desarrollo debe trabajar y esforzarse mucho para cumplir con lo comprometido para la entrega, y cuando este objetivo se cumple, todos se sienten muy contentos porque reconocen el esfuerzo que implicó conseguir tal meta.

Las sorpresas están a la vuelta de la esquina

Si hay algo que como padres debemos aprender es que en cualquier momento nuestro retoño nos puede dar una sorpresa. Hay sorpresas que nos alegran el día como una gran sonrisa, un abrazo inesperado, una pequeña genialidad o un gesto increíblemente tierno. También hay sorpresas menos agradables como un pañal que se rebalsa, una leche que se devuelve, un vaso que se quiebra o un llanto que no entendemos.

En cada una de esas situaciones, especialmente en las menos agradables, debemos actuar con decisión, como si alguien nos hubiera enseñado lo que hay que hacer cuando nos enfrentemos a ello. Sin embargo, muchas veces no tenemos idea qué es lo que se supone que tenemos que hacer, y aunque lo sepamos, muchas veces no sabemos cómo lograrlo. El instinto y la experiencia previa se vuelven nuestros mayores aliados, además del cariño y la dedicación que ponemos para tratar de conseguir el mejor resultado posible.

A veces, aunque hagamos nuestro mejor esfuerzo, el resultado no es el esperado y nuestro hijo lo pasa mal. A veces es un accidente, mientras que en otras ocasiones es algo que simplemente no estaba en nuestras manos. En esos momentos la frustración nos embarga, y cuesta mucho aceptar que no importa cuánto queramos proteger a nuestro retoño, no podemos controlar todo lo que pase a su al rededor.

Ser padre a veces involucra desafíos peligrosos y muy difíciles.
Ser padre a veces involucra desafíos peligrosos y muy difíciles.

Las sorpresas e imprevistos también están muy presentes en el desarrollo de videojuegos. No hay cambios de pañales, pero sí cientos de cambios de ideas del cliente o del diseñador del juego. No hay devoluciones de leche, pero sí cientos de defectos que deben ser corregidos, generalmente bajo una gran presión de tiempo. Tampoco hay llantos, pero si reclamos y debates en torno a qué mecánicas funcionan mejor, qué estilo de arte es más apropiado o qué algoritmos resuelven mejor cada problema técnico.

Muchas veces, aunque sepamos lo que hay que hacer, incluso si ya hemos resuelto el mismo problema antes, puede haber una pequeña diferencia o algo que no entendemos, y las cosas ya no funcionan. El instinto y la experiencia, nuevamente, se vuelven fundamentales a la hora de resolver esas situaciones, además del profesionalismo y la dedicación con la que llevamos a cabo las tareas que nos son encomendadas.

Así todo, a veces las cosas salen mal, los proyectos se atrasan, debemos rehacer partes del proyecto, trabajar horas extras o simplemente reconocer que no pudimos terminar a tiempo. Superando la frustración e inconvenientes que eso nos cause, a veces no nos queda otra alternativa que asumir que la industria es así y que lamentablemente no podemos tener absolutamente todo bajo control.

Una experiencia única

Con todo, ser padre es una experiencia única e increíblemente enriquecedora. Es una de mis grandes pasiones y me siento muy afortunado de tener tres hijos, Diego, Santiago y Samanta, con los cuales poder disfrutarla desde hace once años.

Ser desarrollador de videojuegos también es una de mis grandes pasiones, y tuve la fortuna de conocer a la gente precisa en el momento justo para poder trabajar en esto desde ya hace doce años.

Así, a pesar de la posible liviandad en la comparación, son muchos los motivos por los que ambas pasiones tienen muchas cosas en común para mi.

Por eso, quisiera desearle a todos los papás que trabajan haciendo videojuegos y que comparten estas dos pasiones conmigo, un Feliz Día del Padre. Por supuesto, también aprovecho de saludar a los papás que no son desarrolladores de videojuegos, y especialmente a mi papá, que fue quien me introdujo en esta industria al enseñarme a programar.

«¡Feliz Día Papá!»