«Papá, ¿por qué ocurren los terremotos?»

Diego, mi hijo mayor, me hizo esa pregunta hace ya muchos años. Como cualquier niño chileno, se ve enfrentado a la realidad de nuestro país en el que los terremotos, al igual que muchas otras inclemencias de la naturaleza, son parte de la cultura e idiosincrasia del país.

Los chilenos estamos acostumbrados a que las catástrofes naturales se repitan cada cierto tiempo, y sabemos que hay que resistirlas y luego organizarse y ayudar a reconstruir. El país entero se une en campañas solidarias y las autoridades y organizaciones de ayuda colaboran y trabajan en reconstruir las poblaciones dañadas y apoyar a las personas damnificadas.

No somos los únicos. Muchos otros países se ven también enfrentados constantemente a fenómenos de la naturaleza. Y, en general, la historia de la humanidad ha estado siempre ligada a diferentes catástrofes naturales que de una u otra manera han marcado a generaciones completas.

Como padres, sabemos que debemos inculcar a nuestros hijos respeto por los fenómenos de la naturaleza. Enseñarles qué significan, por qué ocurren, las medidas de seguridad básicas, qué hacer en caso de un terremoto, incendio, etc. En los colegios también se les instruye y, de hecho, incluso se practican los planes de emergencia y evacuación.

Lo importante es estar preparados.

¡Mi ciudad se cae a pedazos!

Como era de esperarse, el tema de los desastres naturales también está presente en los videojuegos.

Simcity, uno de los videojuegos que más disfruté a fines de los años 90, tiene a las inclemencias de la naturaleza como uno de sus protagonistas. El juego (para quien no lo conozca) se trata de construir una ciudad y ejercer como una especie de alcalde, definiendo qué se construye, dónde y cómo.

El principal desafío consiste en mantener un equilibrio entre lugares comerciales, residenciales y servicios, y de ser capaz de construir, reparar y mejorar con una cantidad limitada de recursos, que también hay que producir. Hay que preocuparse que los ciudadanos estén contentos, que sus necesidades estén satisfechas, que haya empleo, educación, y todo lo que uno pudiera imaginar.

En esta escena del Simcity 2000 (el que yo más jugué), un terremoto está causando incendios, botando edificios, etc.
En esta escena del Simcity 2000 (el que yo más jugué), un terremoto está causando incendios, botando edificios, etc.

Por supuesto, al igual que en la vida real, ocurren catástrofes naturales que aumentan el desafío del juego. Terremotos, inundaciones, aluviones, además de protestas y alienígenas (bueno, es un videojuego, ¡qué esperábamos!). El jugador construye a sabiendas que las catástrofes pueden ocurrir y luego, cuando ocurren, hay que hacer un gran esfuerzo por recuperarse y reconstruir antes que ocurra la próxima catástrofe.

Que conste que no estoy postulando la idea de que Simcity sea un videojuego educativo que sirva para aprender acerca de los fenómenos naturales y el efecto en las poblaciones urbanas. Pero, sí pienso que es interesante el hecho de que a nosotros, los seres humanos, nos llame la atención jugar con simulaciones como Simcity y que, de la mano de jugarlas, podamos obtener pequeñas nociones de cómo las civilizaciones se enfrentan a las catástrofes.

Y nos llama la atención, está claro. Porque el último Simcity que salió hace un par de años fue tan exitoso que los servidores en linea colapsaron por varios días dada la cantidad de gente que compró e intentó jugarlo.

Un game developer no sabe construir casas…

Cuando ocurrió el gran terremoto del 27 de Febrero de 2010 en el centro-sur de Chile, había un grupo de desarrolladores de videojuegos que llevábamos varios meses reuniéndonos en distintos cafés y restoranes de Providencia. Buscábamos organizarnos, identificar desafíos y necesidades comunes, y agruparnos para poder trabajar en soluciones que nos beneficiaran a todos. Eran los cimientos de lo que a fines de Abril de ese mismo año pasaría a ser formalmente la Asociación Chilena de Desarrolladores de Videojuegos, o VG Chile.

En la reunión que hubo unos días después del terremoto, se conversó acerca de las ganas que había de ayudar con algo concreto a los damnificados, pero de la aparente inutilidad que nuestros talentos podían servir para el propósito. Mal que mal, no se pueden construir casas, sanar enfermos ni alimentar niños con videojuegos. El centro-sur de Chile necesitaba ayuda urgente y concreta, y crecían las campañas para reclutar jóvenes que viajaran a las zonas afectadas a ayudar en la reconstrucción.

Yo no estaba presente en esa reunión en particular, pero cuenta la leyenda que los que asistieron empezaron a tirar ideas en una servilleta, buscando responder la pregunta:

¿Qué podemos hacer nosotros, un grupo de game developers, para ayudar a nuestros compatriotas de forma concreta? ¿Podemos ayudar de alguna manera con nuestros videojuegos?

Poco tiempo antes había ocurrido otro terremoto en Haití, y dentro de las muchas campañas de recolección de fondos que se levantaron, hubo una que llamó la atención, y que consistía en la venta de ciertos accesorios dentro de un videojuego para juntar dinero para la causa. Inspirados en esa idea, este grupo de chilenos pensó que no teníamos por qué aspirar a menos que eso, y así nació la idea de desarrollar «Rebuild Chile», un videojuego que buscaría sensibilizar a la gente acerca de la reconstrucción post-terremoto y, mejor aún, que buscaría recolectar fondos para apoyarla.

Tuvimos muchas reuniones de diseño y coordinación (en esas sí participé), se armaron equipos, se trazaron metas ambiciosas y se comenzó a trabajar. Mientras un grupo lideraba la creación del juego principal que sería lanzado en múltiples sitios web, otros dos pequeños grupos trabajamos en versiones de iPhone/iPad y Xbox (esta última, que fue donde yo trabajé, lamentablemente nunca salió a la luz).

La pantalla inicial de Rebuild Chile
La pantalla inicial de Rebuild Chile

Fueron semanas muy atareadas, pues todos trabajamos en nuestro tiempo libre, noches y fines de semana. Pero valía la pena, pues sentíamos que estábamos haciendo algo realmente útil y que marcaría la diferencia. Teníamos un objetivo ambicioso y estábamos decididos a concretarlo. Dos meses después, durante la primera semana de mayo, la versión web estuvo lista y fue lanzada en diversos portales.

La recepción fue muy buena, el juego apareció en mucha prensa y todos estábamos contentos y entusiasmados con que la recolección de fondos se iría a las nubes.

Sin embargo, la inexperiencia nos pasó una mala jugada. A pesar de que el juego lo jugaron muchísimas personas (no recuerdo las cifras), muy pocas usaron la plataforma de donación que estaba integrada y finalmente la cantidad de dinero recolectado fue irrisoria, muy por debajo de las expectativas y metas que nos habíamos trazado, y muy por debajo de lo que la campaña de Haití había conseguido.

Fue un duro golpe al equipo. Del entusiasmo inicial se pasó rápidamente a la decepción, falta de motivación, y finalmente el juego quedó ahí, con una versión que nunca salió y muchas ideas de cómo mejorarlo y hacerlo crecer que nunca se concretaron.

«Rebuild Chile» aún puede ser jugado en este enlace del sitio New Grounds.

Es un juego acerca de reconstruir, con una mecánica muy simple y una animación de introducción que aún me emociona al verla, tal vez por todo lo que significó ese período en que realmente creímos que estábamos haciendo algo que marcaría la diferencia.

Aprender jugando

Soy un firme creyente de que los videojuegos son una de las maneras más efectivas de enseñar. No soy el único ni el primero que piensa así, por supuesto. Hay muchos estudios que han demostrado que, incluso los animales, usan el juego como parte clave del proceso de aprendizaje.

Por supuesto, los videojuegos tienen la misma capacidad de enseñar que los juegos no electrónicos, pero con el agregado potencial de que pueden llevarnos a realidades diferentes, mundos increíbles y experiencias que sólo son posibles a través de los medios digitales. Por ende, potencialmente, pueden transmitir una cantidad de contenidos muchísimo más completa y de manera más intensa y efectiva. El desafío, entonces, está en usar ese potencial de manera adecuada para que efectivamente se vuelvan una herramienta de enseñanza.

Hay muchos tipos de videojuegos que buscan enseñar. Los más básicos son esos en los que, literalmente, uno debe sumar, restar, o escoger la palabra correcta para poder pasar a la siguiente fase. Aunque pueden ser entretenidos, caen en la monotonía rápidamente pues, la verdad sea dicha, son simplemente un largo test de conocimientos en que las preguntas van cayendo una tras otra.

En «Preguntados» los jugadores se desafían entre ellos para ver quien responde más preguntas correctamente.
En «Preguntados» los jugadores se desafían entre ellos para ver quien responde más preguntas correctamente.

El tema ha evolucionado, por supuesto. Por ejemplo, gracias a mi querida familia estas últimas semanas he estado jugando «Preguntados» y «Mezcladitos» en mi móvil.

Son dos juegos que son bastante directos en su propósito de transmitir conocimientos, el primero a través de preguntas tipo trivia, el otro a través de una sopa de letras. Lo interesante es que tienen agregados que los hacen más complejos y desafiantes, como por ejemplo power-ups, la posibilidad de hacer desafíos contra amigos, etc.

Como soy competitivo, reconozco que desafiar a mis hermanos, y ganarles, ha sido bastante entretenido. No siempre gano, está claro. Especialmente si juego contra Mariana, mi señora, que parece ser una enciclopedia ambulante. Pero lo entretenido está en el desafío, en ir aprendiendo a medida que uno juega, a pesar de que a veces no se gane.

Y lo mejor es que cuando mi hijo Diego nos vio jugando también quiso participar. Es difícil para él, pues muchas de las preguntas que salen son temas de historia, ciencia o arte que le van a enseñar en los próximos años en el colegio. Pero lo que encuentro increíblemente bueno es que, por las ganas de pasarlo bien y jugar con el resto de sus familiares, él sigue desafiándonos periódicamente y poco a poco le va yendo mejor, pues mientras juega efectivamente está aprendiendo.

Mientras juega, Diego está aprendiendo ciencia, arte, historia y geografía. Excelente.

Apoyemos a la Gente del Norte de Chile

Hace unos días, la naturaleza volvió a manifestar su inclemencia. La lluvia azotó el Norte de Chile, una región cuya infraestructura no está preparada para recibir grandes cantidades de precipitaciones. Como consecuencia, se produjeron grandes inundaciones y aluviones, muchas viviendas fueron destruidas, muchos caminos fueron cortados y mucha gente quedó aislada y en situación de completo desamparo.

Como siempre, nuestro país entero se puso de pie, y diversas campañas se han organizado para apoyar a las comunidades damnificadas. Incluso los países vecinos como Bolivia dejaron de lado nuestras diferencias y dieron un ejemplo de solidaridad enviando camiones con ayuda.

Afiche de la campaña para ayudar al norte de Chile
Afiche de la campaña para ayudar al norte de Chile

Por supuesto, la comunidad de desarrolladores de videojuegos local no ha querido quedarse afuera y VG Chile, la Asociación Chilena de Desarrolladores de Videojuegos, está organizando una campaña para sumarse a la recolección y entrega de elementos que ayuden a los nortinos. Más información se puede encontrar en el siguiente enlace del Facebook de VG Chile

A lo largo de mi propia experiencia, he aprendido que la mejor manera de enseñar algo es dando el ejemplo. Yo mismo aprendí a desarrollar videojuegos copiando como estaban hechos otros. Y eso se puede aplicar a todo orden de cosas, desde lo técnico hasta lo que tiene que ver con los valores y las actitudes.

Como soy padre, pienso que participando en campañas como la mencionada anteriormente, no sólo estaré ayudando a gente que lo necesita, sino que también le estaré enseñando a mis hijos la tremenda importancia de pensar en los demás y de ser solidario.

Por eso los invito a todos, y especialmente a los que tienen hijos, a que se unan a esta campaña y lo compartan con sus pequeños. Además del propio aporte que estarán dando en favor de las cientos de familias que desesperadamente necesitan su ayuda, estarán construyendo, a través de sus hijos, un mundo mejor para ellos mismos.